De todas las novelas francesas del siglo XIX que quedaron inmortalizadas en los registros literarios, Madame Bovary de Gustave Flaubert es quizás una de las más importantes. Concebida como una tragedia romántica con numerosos aspectos satíricos, causó un impacto tan grande en sus lectores que rápidamente estuvo en boca de todos dentro del mundillo de la sociedad parisina de su tiempo.
Su autor fue perseguido y llevado a juicio por las autoridades, quienes consideraron que la novela cometía el delito de obscenidad. Sin embargo, el espectáculo legal y la consecuente absolución de Flaubert le otorgaron al libro un carácter legendario y sólo consiguieron incrementar su popularidad.
En la actualidad, se la recuerda como un importante retrato de la sociedad de su tiempo, una burla hacia las constricciones del recato francés y una advertencia acerca del vacío existencial de las vidas construidas sobre la superficialidad. Mario Vargas Llosa la consideraba la primera gran novela moderna, que introdujo el modelo del narrador invisible y omnisciente al que hoy estamos acostumbrados.
¿Sobre qué trata Madame Bovary?
Emma Rouault, la protagonista del libro, es la hija de un pobre granjero del pueblo de Tostes, cuyo padre enferma debido a la fractura de su pierna. Es atendido por el doctor Charles Bovary, médico del Servicio de Salud Pública, quien está casado con una mujer a la que no ama -la acaudalada Héloïse Dubuc- por designios de su madre.
Cuando Héloïse muere, Charles decide contraer matrimonio con Emma y ambos se mudan al pequeño pueblo de Yonville, donde tienen una hija. Sintiéndose atrapada por una vida marital que no satisface sus ambiciones de amor -alimentadas en parte por su obsesión con novelas románticas sensacionalistas-, Emma buscará desesperadamente escapar del tedio de su marido y del pequeño pueblito francés a la que éste la ha condenado.
Mediante una serie de amoríos furtivos, aventuras secretas, lujos que es incapaz de franquear con su posición económica y numerosos encuentros a espaldas de Charles, Emma buscará un antídoto a la monotonía y la exasperación que se han apoderado de su vida. Sin embargo, como pronto descubrirá la ingenua joven, la vida real no es una novela romántica, y cada una de sus decisiones traerán aparejadas funestas consecuencias que la conducirán progresivamente hacia la tragedia.
Una crítica social disfrazada de entretenimiento
Flaubert buscaba, a través de su pintoresca protagonista, hacer una profunda crítica social contra la "aburguesada" clase media francesa de su generación. En la época en que la novela se publicó, dicha clase social empezó a adquirir características propias que la diferenciaban de la nobleza y de los pobres, fundamentalmente la obsesión con la cultura de la autosatisfacción. Como ocurre hoy en la mayoría de los países, tendencia que fue muy exacerbada durante el siglo XIX, la clase media francesa tenía una fantasía aspiracional, basada en la idea de que adquiriendo ciertos hábitos y afecciones de estilo podría escalar en la pirámide social. El autor sentía un desprecio muy fuerte hacia esta actitud y, a través de su descripción del matrimonio Bovary, expresó su desdén por todo lo que ello implicaba.
Una nueva manera de narrar historias
Desde el punto de vista literario, la obra resultó fundamental para el desarrollo de la ficción francesa de fines de siglo, ya que fue precursora en la introducción del realismo psicológico, centrándose en los sentimientos y pensamientos de su protagonista por encima de los eventos externos que la afectaban y de las ideas morales del autor. Esta característica, novedosa para el momento, es el principal motivo por el que al leerla en la actualidad la sintamos mucho más moderna que otras novelas del período. Así, Flaubert inspiró a numerosos autores que seguirían sus pasos y modificarían muy rápidamente el panorama literario francés.
Los roles de género en una época extinta
Uno de los temas centrales del libro es la crítica a los roles de género de la sociedad francesa. Emma es una mujer que, a simple vista, tiene todo a su favor: un matrimonio estable, un hogar, una familia sana, salud, dinero y buena reputación. Sin embargo, se siente completamente desempoderada ante un entorno construido para favorecer a los hombres.
A pesar de su infelicidad y de lo tediosa que le parece su vida de casada, tiene limitadas alternativas para afrontar su situación. En una época sin divorcio, sin fuentes de sustento, con reducidos sitios a los cuales acudir, muy rápidamente descubre que su existencia se ha transformado en una cárcel, ya que ni empleando su cuerpo seductoramente puede sobreponerse a los designios de los hombres que la rodean. Además, tiene escasas posibilidades de adquirir independencia, ya que los términos de su vida han sido definidos por su relación con el sexo masculino, indefectiblemente sometiéndola a un confinamiento social.
En el fondo, Madame Bovary es el reflejo de una mujer que se rebela contra todo lo que significaba ser mujer en la provincialidad francesa de 1850, sometiéndose al severo juicio que su sociedad imponía hacia las actitudes femeninas que se salían de la norma, pero al mismo tiempo aprisionada mentalmente por la internalización de estos juicios en su propia intimidad.
¿Por qué es importante que la sigamos leyendo?
Madame Bovary es una novela que nos invita a reflexionar, especialmente sobre los peligros de la banalidad, las vidas sin amor, las fantasías sin sustento, el autoengaño, los roles de género y las malas decisiones. La tragedia de su protagonista es tan ilustrativa como fascinante, ya que invita a sus lectores a descender en la desesperación con la misma intensidad que la propia Emma. Y en ese viaje, descubriremos por cuenta propia que al sostener expectativas poco realistas y al compararnos con fantasías idealizadas de nosotros mismos, estaremos haciéndonos un daño profundo. Las consecuencias de los deseos desenfrenados y de la incapacidad de apreciar las pequeñas cosas nos llevará, inexorablemente, a la infelicidad.
La obra está escrita con una destreza incomparable y, sin duda alguna, es la mejor novela de toda la producción del autor. Flaubert estaba tan compenetrado con su personaje que llegó a decirle a la prensa "Madame Bovary soy yo". Y no existe mayor cumplido de un autor hacia su obra que una frase como ésa.
- SOBRE EL AUTOR
No hay comentarios.:
Publicar un comentario