¿Te interesa
leer más clásicos? ¿Estás por iniciarte en este tipo de literatura pero no
sabés cómo empezar? ¿Te sentís intimidado por la idea de toparte con libros
densos, pesados o aburridos? Hubo una época en que me encontraba en la misma
situación. Al comienzo de mi vida lectora, la idea de adentrarme en las páginas
de libros de cierta antiguedad me resultaba indudablemente abrumadora. Sin
embargo, una vez que me animé a hacerlo, descubrí que este tipo de literatura
no sólo puede ser muy gratificante, sino que en ella conseguí hallar a muchos
de mis libros favoritos. Si te interesa empezar a leer
clásicos, acá te dejo mis tips para facilitarte la tarea.
¿Qué es un clásico?
El concepto de
literatura clásica incluye toda obra de cierta antigüedad que ha superado la
prueba del tiempo y que todavía se lee al día de hoy. Para muchos lectores, el
trauma con los clásicos empieza en la niñez o la adolescencia, con aquellos
libros impenetrables y aburridos que les hacían leer en el colegio y que los
alejaron de todo incentivo para elegirlos por cuenta propia. Esto ha dejado a
muchos con la impresión de que todo libro clásico es difícil o tedioso de leer,
o que todos tienden a ser insoportables.
Sin embargo, un
clásico puede pertenecer a cualquier género y tratar una infinidad de temas que
quizás respondan directamente a tus gustos lectores. Si les das una
oportunidad, descubrirás no sólo cuánto te enseñarán sobre la naturaleza
humana, sino que terminarás enamorándote de historias que podrían convertirse
en tus grandes favoritas.
¿Por qué es importante leer los clásicos?
Dicho todo esto,
queda la pregunta principal: ¿cuál es el objetivo o beneficio de leer este tipo
de literatura? Hay numerosas razones, algunas más superficiales –ampliarán tu
vocabulario, te harán más culto, te permitirán identificar referencias de la
cultura popular- y otras un poco más profundas –te harán más empático, te
abrirán la mente a nuevos puntos de vista, etc-; pero la principal es que
enriquecerán tu vida y tu experiencia humana, así como lo han venido haciéndolo
para múltiples generaciones de lectores a lo largo de los siglos. Cada uno de
nosotros -cualquiera sea la época, el lugar y las circunstancias en que
vivimos- podemos encontrar una conexión con las ideas presentadas por autores
ya fallecidos. Por algo se trata de libros que sobrevivieron hasta nuestros
días. Hay obras inmortales que simplemente merecen ser leídas y apreciadas, en
cualquier época y lugar geográfico del mundo.
Tips para empezar a leer clásicos
1- Tomate tu tiempo
Muchos clásicos,
particularmente aquellos que tienen más de un siglo de antigüedad, están
escritos en un lenguaje distante y complejo para los estándares actuales. No
son historias que se puedan consumir a la ligera ni por la fuerza. Requieren de
un tiempo de lectura propio y de mucha reflexión. ¿Cuánto tiempo exactamente?
Es enteramente personal. No te sientas mal si descubrís que leer Los
Miserables, Moby Dick o Guerra y Paz te demora el triple que una novela actual.
Es esperable que eso suceda. Obras como ésas fueron escritas para hacerte
pensar o ver el mundo desde otra perspectiva, y por eso mismo necesitan de un
ejercicio singular de paciencia y comprensión. Mucho más que otras historias
cuyo único fin es entretener.
2- Perseguí los temas que te interesan
Es cierto que
hay grandes clásicos literarios que todo el mundo recomienda y que, en
consecuencia, muchos se sienten presionados para leer. Sin embargo, te aconsejo
que busques temáticas que se adapten a tus intereses. Sea que te guste el
terror, el romance o los dramas, sería bueno que empezaras por aquellos libros
que guardan alguna relación con dichas preferencias. Muchas novelas actuales
–particularmente los retellings o readaptaciones- están inspiradas en historias
imaginadas siglos atrás por otros escritores. Podrías comenzar tu viaje por los
clásicos buscando la fuente de inspiración de tus libros favoritos.
3- Empezá de a poco
Si nunca leíste
novelas antiguas ni literatura de períodos lejanos, no te recomiendo que te
busques un tomo de 1800 páginas redactado en un vocabulario complejo sobre una
cuestión histórica que te resulta irrelevante. Estarás escribiendo la receta
para el desastre y trazando el camino más rápido para abandonar la literatura
clásica. En cambio, buscá libros cortos y fáciles de leer. Tolstoi,
Dostoievsky, Austen, Goethe y hasta el propio Shakespeare tienen piezas que
rondan las 100 páginas y algunas, también, muy entretenidas. Lo mejor es
arrancar con obras pequeñas, para familiarizarte con el lenguaje y el estilo de
una época, y luego migrar a las más grandes que te exigen un mayor esfuerzo y
compromiso de lectura. Google es tu amigo. Hay cientos de páginas donde
encontrarás títulos que se adapten a tus necesidades -incluído, claro está,
este blog-.
4- Investigá
Tal vez la
principal razón por la que un clásico te descoloca es que no conocés el
contexto en el que fue escrito. Sería bueno que te tomaras el trabajo de
familiarizarte –aunque sea sólo un poquito- con el autor, la época, el entorno
social y la intención con que se escribió. Libros populares como Frankenstein,
Candide, Madame Bovary y Crimen y Castigo estuvieron muy relacionados con el
contexto de su tiempo. Algunos, incluso, fueron respuestas inmediatas a eventos
que estaban sucediendo paralelamente en la vida del autor. Conocer el contexto
te ayudará a comprender y apreciar mucho más la obra, sus personajes y su
mensaje principal.
5- Disfruta de la locura contenida en sus páginas
Por experiencia
personal, puedo asegurarte que la gran mayoría de los clásicos tienen un rasgo
en común: son extremadamente bizarros. A veces, es esa misma rareza la que los
ha hecho trascender. Sea por su sentido del humor retorcido, sus personajes
extravagantes, o las situaciones incomprensibles en que han caído sus
protagonistas, los clásicos tienden a llevarte a sitios inexplorados de la
condición humana. Es esa misma curiosidad, esa propensión al desconcierto y al
asombro, lo que nos conquista a muchos lectores que visitamos con frecuencia
sus páginas. Aprendé a apreciar esa locura y dejate llevar por ella. No te vas
a arrepentir.
6- Reflexioná sobre lo que leíste
Puede ser
tentador abandonar un clásico y pasar a tu siguiente lectura moderna como si
nada hubiera sucedido. Pero si hay algo que caracteriza a los clásicos –y uno
de los motivos por los que han perdurado- es que te invitan a reflexionar sobre
ciertas ideas. ¿Qué aprendiste leyendo el libro? ¿Qué mensajes te transmitió el
autor? ¿Amplió tu perspectiva o te presentó algún punto de vista que
desconocías hasta entonces? ¿Qué opinan otros lectores de ese libro? A vece,
hablar, discutir y reflexionar sobre una obra clásica es uno de los mayores
placeres que acompañan a su lectura. Te invito a que te involucres en esa
actividad. Con el tiempo, se transformará en un hábito y una virtud lectora que
sabrás cultivar por cuenta propia.
Espero que te
haya sido útil. Si es así, hacemelo saber en los comentarios. También podés
recomendarme tus clásicos favoritos o el primero que leíste completo y llegaste a disfrutar :)
- SOBRE EL AUTOR
Mi nombre es Rodrigo. Soy un escritor independiente Argentino, apasionado por contar historias y compartir reflexiones. Si bien mi campo predilecto es la ficción, en este blog les hablo sobre todo lo que pasa por mi cabeza: mi vida, mis experiencias, mis visiones del mundo y mi proceso creativo. Escribo desde chico ficción contemporánea y ficción gótica. He publicado relatos cortos y novelas que están disponibles para lectores de todas partes del mundo. A través de este blog, espero ayudarte a encontrar tu próximo libro favorito.
👏🏼Muy buenos consejos Rodrigo.
ResponderBorrarYo creo que clásicos juveniles son de lo más práctico para arrancar en este mundillo, con ellos empecé como a los 10 años, fan de Emilio Salgari.
Mi clásico favorito actual es El Conde de Montecristo, 100% recomendado.
Muy de acuerdo, los juveniles en general son ideales para empezar. Yo particularmente empecé a leer a Edgar Allan Poe a los diez años xD Todavía no he tenido la oportunidad de leer el libro de Dumas. Es uno de mis eternos pendientes
BorrarUn abrazo!