no Las amistades masculinas en la literatura | Rodrigo Eker

Las amistades masculinas en la literatura

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(Este es un artículo que escribí para mi antiguo blog literario. Decidí corregirlo para traerlo a este nuevo blog. Espero que sea de su agrado).

      La amistad entre varones es uno de los temas que me obsesionan en la literatura. Es el corazón de mis obras de ficción y un elemento que me interesa en los libros que leo. Por razones personales, me siento atraído hacia aquellas historias que exploran este tipo de relaciones y sus complejidades. Hay algo específico en la dinámica de las relaciones de amistad entre varones –especialmente su desarrollo a lo largo del tiempo- que encuentro muy importante. 

Distintas ideas sobre la amistad

      En Occidente, el modo en que los amigos se vinculan entre sí ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. En la Antigüedad, particularmente en Grecia y Roma, los hombres consideraron a la amistad masculina como la más grata de las relaciones en la vida de una persona. Este tipo de amistad era incluso visto como más noble que el amor marital, debido a que se consideraba a las mujeres como seres inferiores a los hombres. El ideal de la amistad masculina de aquel entonces era lo que solía llamarse “amistad heroica”, un tipo de relación entre dos hombres caracterizada por una intensidad emocional e intelectual que exigía un compromiso incorruptible.

      En tiempos más modernos, particularmente durante el siglo XIX, las amistades entre varones se caracterizaron por un acentuado sentimentalismo. Este rasgo estuvo influenciado por el espíritu de la Era Romántica y le otorgó a la fraternidad un fervor similar a las relaciones de pareja. Era normal, en dicha época, encontrar correspondencia entre amigos con encabezados como “Mi encantador muchacho” o firmas acompañadas de un “Muy afectuosamente tuyo”. Incluso en las cartas de Theodore Roosevelt, Winston Churchill, Percy Shelley y tantos otros de su tiempo hallamos un lenguaje sentimental que hoy incomodaría a la mayoría de los hombres heterosexuales. Tampoco era extraño, durante el siglo XIX y principios del XX, ver a dos mejores amigos tomados de las manos, colocando un brazo por encima de los hombros o compartiendo diversos gestos de afecto físico. No era considerado una afrenta contra la masculinidad ni se lo veía como una amenaza contra la heterosexualidad de ambos: la misma se presuponía de antemano. Tales tendencias pueden ser evidenciadas en las fotografías y daguerrotipos de la era victoriana y eduardina, donde encontraremos una multitud de retratos de mejores amigos abrazados, tomados de las manos, sentados uno sobre el regazo del otro, o en situaciones similares. Nada de esto se salía de la dinámica natural de las amistades del período y no significaba ningún tipo de disidencia sexual.

      Hoy en día, la manera en que los hombres occidentales se relacionan entre sí ha cambiado sustancialmente. El concepto mismo de la masculinidad se ha transformado con el paso del tiempo. Numerosos cambios sociológicos e históricos explican dicha evolución: las guerras mundiales, la cultura militar, el paso de la educación separatista a las escuelas mixtas, la tipificación freudiana de la homosexualidad que volvió a la mayoría de los hombres reacios a demostrar el afecto en público, etcétera. Sin embargo, la correlación entre las amistades masculinas de las distintas épocas y la manera en que los autores las representaban en sus obras de ficción, continúa siendo un tema interesante. La literatura nos ofrece distintos modelos de referencia, cada uno centrándose en virtudes y defectos particulares que definen a las amistades masculinas. 

Ejemplos de amistades en la literatura

      En primer lugar, quiero destacar la amistad entre Aquiles y Patroclo, descripta en la Ilíada de Homero. Suele considerarse como el arquetipo de la “amistad heroica” de la Antigüedad. Ante el desafío de la Guerra de Troya, Aquiles y Patroclo se embarcaron hacia el territorio enemigo, habiendo sido amigos desde la infancia. Patroclo retó a Héctor a una batalla pero, desfavorecido por el dios Apolo, terminó perdiendo y acabó siendo asesinado por la espada del propio Héctor. Cuando Aquiles se enteró de la noticia, lloró y se revolcó en el suelo de dolor. Luego se levantó, desafió a los troyanos a la guerra y los derrotó sin piedad. Le dio muerte a Héctor, hijo mayor del general Príamo, vengando el asesinato y la memoria de su mejor amigo. En este poema épico, Homero resalta la valentía, la lealtad y la venganza como elementos fundamentales de la amistad entre ambos jóvenes.

      Otro autor que retrata a la amistad de un modo similar, también en tiempos de guerra, es J. R. R. Tolkien. Su obra maestra El Señor de los Anillos es un homenaje a la multiplicidad de relaciones entre seres humanos. Sin embargo, me gustaría centrarme en la amistad entre Frodo Sam que, al igual que Homero, resalta los valores de la valentía y la lealtad como rasgos fundamentales. En este caso, aparecen en un contexto inusual, ya que ambos personajes no son soldados poderosos o astutos, sino simples y torpes hobbits que deben moverse en un mundo aterrador que los supera más allá de su comprensión. Debido a su formación cristiana-católica, Tolkien añadió también un concepto que él consideraba central en una amistad: el sacrificio. La idea de sacrificarlo todo y abandonar la vida que uno conocía para ayudar a los amigos a superar un obstáculo es uno de los temas centrales de la novela.

      Otro caso particular, de una de mis novelas favoritas, es el que aparece en Moby Dick de Herman Melville. La amistad entre Ismael y Queequeg constituye el epicentro del libro, porque exalta los conceptos de la diversidad y la necesidad de integración. Ambos hombres son heterogéneos en cuanto a sus orígenes étnicos, geográficos y culturales: uno es un joven americano de la Costa Este y el otro un indígena primitivo de las islas del Pacífico. Sin embargo, una vez superado el shock inicial de su primer encuentro, terminan forjando una amistad que se extiende durante el resto de la novela y se impone sobre todas sus diferencias, otorgándole así un fuerte peso simbólico.

      Una amistad similar entre jóvenes de trasfondos disímiles aparece en la novela Grandes Esperanzas de Charles Dickens. Pip es un joven huérfano criado por trabajadores pobres –luego ayudado económicamente por un benefactor anónimo- que establece una significativa hermandad con Herbert, un muchacho acomodado hijo de un importante comerciante británico. La relación empieza con una pelea de puños entre ambos y termina convirtiéndose en una fraternidad inquebrantable. El contraste entre los comportamientos de los pobres y los de los ricos ilustra el espíritu victoriano de superación y muestra cómo ambos son capaces de aceptar sus diferencias y emprender una serie de proyectos en conjunto.

      Hay escritores que hacen del contraste entre visiones del mundo un punto filosófico en sus historias. Un ejemplo muy claro es Demian de Herman Hesse, donde la amistad entre Emil y Demian representa la conexión entre la ilusión y la realidad espiritual. El autor emplea la relación de ambos como un vehículo para analizar sus propios intereses filosóficos y espirituales. Otro libro donde aparece un artefacto similar es Reencuentro de Fred Uhlman. Hans Konradin, los protagonistas del libro, se vuelven amigos durante la adolescencia, bajo el velo intacto de la inocencia. Esto les permitirá ignorar los orígenes irreconciliables de sus familias: los padres de Hans son judíos y los de Konradin funcionarios y simpatizantes nazis.

      Por otro lado, el clásico de John Knowles, Una paz sólo nuestra, se centra en un rasgo negativo de la amistad entre varones: la envidia. Nos habla de la relación entre el narrador Gene y su amigo Phineas, el líder carismático y atlético de su clase. Motivado por una admiración que roza la obsesión, Gene termina provocando un accidente que hiere físicamente a Phineas. La narración adquiere, entonces, una gran profundidad psicológica y un aspecto trágico. Knowles utiliza esta amistad para explorar la confianza, la admiración, la ira y, sobre todo, la envidia: lo que verdaderamente implica el deseo de poseer la vida de otra persona y las consecuencias que se derivan de él.

      Un ejemplo más reciente, en el género de la literatura juvenil, lo tenemos en la saga de Harry Potter de J. K. Rowling. La amistad entre Ron y Harry es particularmente significativa porque se presenta en un contexto donde Ron le ofrece a Harry aquello que le ha sido privado durante toda su infancia: un hogar y un sentido de familia. La manera en que se relacionan entre sí, cómo atraviesan juntos los cambios de la adolescencia, cómo comparten sus experiencias con el amor y cómo llegan finalmente a la adultez, son elementos que la autora circunscribe a una suerte de amistad idealizada. Y, a pesar de sus momentos oscuros, la relación entre Ron y Harry continúa siendo un atractivo fundamental de la saga de fantasía.

      Hay cientos de ejemplos que podría citar. El tema de la amistad entre varones es uno de mis favoritos en las obras de ficción. La literatura nos ofrece modelos, ejemplos y puntos de reflexión que nos ayudan a enriquecernos como personas. Y que, al mismo tiempo, nos inspiran a replicarlos en la vida real, en la manera en que nos relacionamos con otras personas. Es allí donde la ficción adquiere su verdadera magia.

      ¿Cuáles son las amistades literarias que más se han quedado con vos? Contame en los comentarios :)


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  • SOBRE EL AUTOR
      Mi nombre es Rodrigo. Soy un escritor independiente Argentino, apasionado por contar historias y compartir reflexiones. Si bien mi campo predilecto es la ficción, en este blog les hablo sobre todo lo que pasa por mi cabeza: mi vida, mis experiencias, mis visiones del mundo y mi proceso creativo. Escribo desde chico ficción contemporánea y ficción gótica. He publicado relatos cortos y novelas que están disponibles para lectores de todas partes del mundo.

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